Primer Plano

Catador de alfajores



Tiene 23 años y su conocimiento sobre la industria alfajorera lo convirtió en El Catador de Alfajores. Con más de treinta mil seguidores en las redes, realiza críticas detalladas sobre la amplia variedad disponible en el mercado.

 


Cuando se piensa en conceptos que remiten a la cultura nacional uno de ellos es, sin duda, el alfajor. Esta delicia, lejos de ser un invento nacional, tiene sus orígenes en Arabia pero desembarcó en el país durante el período colonial y fue evolucionando junto a nuestra cultura local, apropiándose de nuestros signos y nuestra historia.

 

Existe un sentimentalismo alrededor de los alfajores que se contagia entre los argentinos. Ese fervor se institucionaliza, entre otras cosas, con la llegada de su primer crítico oficial: Facundo Calabró, más conocido como “Catador de alfajores”.







Facundo es locutor, estudiante de Letras y trabaja como community manager. Su pasión por los alfajores lo llevó a crear un blog llamado “El alfajor perdido”, donde se publican reseñas que describen con lujo de detalles cuestiones sobre la cobertura, los rellenos o las galletas de esta golosina, sin distinción de origen o estilo. “Empecé en 2016, siempre fui fanático de los alfajores pero lo que me motivó realmente fue desnaturalizar el vínculo que tenemos con ellos. Me planteé analizarlos con un punto de vista distinto, que no sea como el consumidor habitual, así que abrí el blog y empezó todo”, comenta Facundo.

 

En su blog, devenido a página web, se encuentra una división específica denominada “circuito alternativo”, donde se reúne información sobre locales de la ciudad que tienen a la venta alfajores de todas partes del país y versiones exclusivas producidas a baja escala.

 

«El alfajor no tiene una definición, sino que hay diferentes formulaciones que se produjeron a lo largo de la historia y paradigmas cristalizados como el marplatense, el regional o el NOA, pero una esencia fija es difícil de encontrar».


Facundo Calabró

“El alfajor no tiene una definición, sino que hay diferentes formulaciones que se produjeron a lo largo de la historia y paradigmas cristalizados como el marplatense, el regional o el NOA, pero una esencia fija es difícil de encontrar. Desde hace unos siglos el dulce de leche es el relleno por antonomasia. Se repiten las dos tapitas, la existencia de una cobertura pero es muy vago lo que se puede atribuir como un rasgo definitorio”, afirma el especialista.

 

Ya sea doble o triple, con dulce de leche o fruta, comer un alfajor es siempre una buena excusa para pasar por el quiosco.